Íbamos avisados, así que no fue ninguna sorpresa... llovió durante la semana pasada, y el ambiente estaba muy húmedo. El sábado por la mañana, decididos a entrar en el barranco de Chimiachas, nos encontramos con un cauce húmedo y resbaladizo, que nos hizo sentir las personas más torpes del planeta.
A grosso modo, entramos en el barranco 12 aprendices de barranquistas, en tres grupos de cuatro. Un primer rápel con difícil entrada nos da la bienvenida al barranco, y, al poco de comenzar, uno de los integrantes nos da un susto cuando se precipita accidentalmente por un resalte de unos 6 metros... por suerte, ha salido ileso.
Los tres grupos realizamos el descenso hasta reencontrarnos en el punto de escapatoria, cuando sólo quedan tres rápeles, a mi modo de ver, los mejores del descenso, pero la mitad de los integrantes - temiendo un vuelta dura, larga y mojados por el Vero - deciden tener suficiente. Los 6 restantes, formamos un único grupo, y con cuatro cuerdas de 50m, descendemos lo que nos falta (con tres cuerdas hubiéramos hecho...).
En este punto teníamos las cuerdas mojadas. El barranco de Chimiachas es seco, pero por la cascada baja un hilillo de agua que moja la cuerda, nos frena el descenso, y nos hace resbalar cuando nos apoyamos en la pared. Pese a la precariedad y la torpeza del descenso, disfrutamos de ello. Las formas de la roca, la verticalidad,...
Descenso completado!!
El retorno fue lo más duro para los que llegamos hasta el final: descender un tramo de Vero, sin neopreno, nos hizo extremar las precauciones en el avance, y nos limitó mucho la velocidad. Para colmo, tomamos la salida unos metros antes de lo que tocaba, obligándonos a atravesar un camino más precario, menos marcado, con más zarzas y mayor desnivel del que era necesario. Finalmente, de noche en los coches, ducha, cena y final feliz.
SAUFLA INFERIOR
Hace 5 años
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