Primera impresión, la zona es muy guapa!! Desde el descampado que usamos de párquing observamos nuestro entorno: nos encontramos en un altiplano, rodeados de prados que acaban en paredes verticales (les Guilleries) y caaaaeeeen...
De camino al barranco, nos damos cuenta, gracias a la guía de Eduardo Gómez, que hay otro descenso en la zona: el torrent de Rupit, y que nuestra aproximación cruza el cauce de éste. Efectivamente, cruzamos un cauce donde chapotean unos... estooo... turistas? dejémoslo ahí. El agua corretea, baja entre unas rocas, y se acerca al borde de un acantilado. Nos acercamos y vemos una limpia caída de 100 metros (la altura la sacamos a partir de la guía) y la instalación para montar el rápel. Según la guía, hay una segunda instalación en la mitad de la cascada. Pensando en acabar pronto el torrent de Gravet y hacer además este descenso, continuamos nuestra aproximación.
Del descenso en sí, cabe destacar,
- la temperatura del agua, heladísima
- las intalaciones, buenas, todas con químicos
- carácter acuático, nulo, no se puede saltar en ninguna poza
- el rápel de 30 metros, es muy bonito
- la reseña de la guía de Descenso de cañones y barrancos de Cataluña, es fidedigna, si bien cabría mejorar el mapa de aproximación (aunque aún así no nos perdimos)
De regreso a los coches, y parando en un mirador, pudimos ver la cascada del torrent de Rupit (Salt de Sallent según la guía) en todo su esplendor. Nos impactó. Enseguida surgieron las dudas, y tras las dudas, la confirmación de que no había narices de hacer el descenso.
Ya de nuevo en la riera, David y yo nos acercamos al borde y nos asomamos hacia abajo. Reconozco que la sensación de vértigo y de vacío sobrecoge. La decisión final fue definitiva: hoy no iba a ser el día :-P volveremos con cuerdas de 60 metros (para asegurar la tirada ya que nuestras cuerdas eran de 50 m justitos) y la bajaremos :-)
Mientras estábamos allí, unos... emm, turistas, nos hicieron protagonizar un acto heroico: nos pidieron recuperar unas gafas que se habían hundido entre unas rocas... David se puso a buscar y azarosamente las encontró!! Devolvimos las gafas a su dueño entre vítores y aplausos (sí, es un poco triste).
Bueno, ahora ya, a pensar en Sierra de Guara.
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